martes, 31 de enero de 2012

Macho-macho-men....

Ai yas gattubi a macho-men....
Pues de eso, poquito. En un call center el 90% del personal es femenino, y del 10% restante la mayoría son gays. ¿Por qué? Ufff, yo que se. ¿Los heteros no consideran que coger el teléfono sea de "machos"? ¿Son más propensos a mandar a la gente a cagar al río y duran menos en el trabajo? Misterio. Aunque podría tener algo que ver con eso de que las niñas hablan antes que los niños (en general, ojo, que conozco niños que hablan como loros desde bien ñacos y niñas que no sueltan prenda ni pasados los 20 años....). El caso es que si pretendes ir al curro a ligar, lo llevas de un crudo que lo flipas. Bueno, puede que ligues. Con otra tía. Más posibilidades que con un tío seguro que tienes. Otra cosa es que tu no seas pipera. Nadie es perfecto.

Village People

Hay que decir más la palabra hijodeputa.


Ah, qué estribillo tan pegadizo. Los de la hora chanante son unos GENIOS. Hay que quitarse el sombrero ante ellos. 
Esto viene a cuento de que en un call- center hay una cantidad increíble de hijoputa por metro cuadrado, mucho más que en otros trabajos. ¿Por qué? Pues la verdad es que no tengo ni idea. Puede ser porque el trabajo quema tanto que llega un momento en el que uno está dispuesto a matar a su madre y comerse un niño crudo con tal de quitarse los putos cascos aunque sólo sean diez minutos. Pasa uno de los mendas que dan la formación y tanto tíos como tías lo miran con ojitos tiernos. Y mira que es feo el jodío. Pero con tal de que te saque de la línea, que hoy está que echa humo, te lo follarías. Y llegamos al quid de la cuestión: con tal de "prosperar" y dejar los cascos la gente chupa lo que haga falta. Por pura desesperación e instinto de supervivencia, nada más. Y si además de chupar hay que pisar cuellos, pues se pisan. Mejor el tuyo que el mío. Así se convence al chupeteado de que eres la mejor opción. Y lo eres, porque para que te saquen de los cascos y no te devuelvan a ellos le harás todo el trabajo sucio sin rechistar. Y hay gente- mucha, ¿eh?, pero mucha-mucha...- que una vez que le han sacado de los cascos y le han hecho coordinador se olvida de lo que es estar al teléfono atendiendo gilipollas a una velocidad de vértigo. En menos de una semana parece que llevaran en el cargo diez años y que no hubieran estado jamás tragando mierda como los demás. Metiendo broncas salvajes a diestro y siniestro y lamiendo la mano que le da de comer (en este caso, la que le ha puesto donde está). Pero eso sí, no dejan de decir lo muy buenos compañeros que son, lo enrollados, lo guays.... Una mierda que te comas. Algunos dejan de saludar a todo aquel que no sea, por lo menos por lo menos, coordinador como ellos. Total, para que te salude una gentuza así mejor te quedas sin saludar. Que lo mismo contagian algo y todo. 
Luego está el pobre que le nombran coordinador e intenta tratar bien a la gente, porque no se le olvida lo que es estar jamando estiercol a cucharadas. Las pobres criaturas se vuelven medio majaras intentando seguir las órdenes que reciben (que para algo les pagan, claro) y ser justos, equitativos y compasivos con la gente que han puesto a su cargo. Esta gente es tachada por los jefes de "blandos". En realidad, normalmente no pasan ni una, pero no le cuentan TODO al supervisorcillo de turno, sino que habla con el pobre currito e intenta arreglarlo sin que le caiga una sanción. Pero claro, eso es ser blando. Se aprecia mucho más al pisacuellos, dónde va a parar, aunque este consiga que el ambiente de trabajo, que ya de por si es una puta mierda, sea aún peor. Luego las empresas hacen cursos de motivación. Pa mear y no echar gota. Quítame de encima a esa mala puta que sólo sabe decirme lo que hago mal, y que si no es para meterme una bronca no me dirige la palabra. Se tira un mes sin hablarme y cuando lo hace es una bulla. ¿No he hecho nada bien nunca? Joder, si un mes he cobrado 700 lerus de incentivos algo habré vendido ¿no? Pues no me dice nada. Eso sí, el día que voy a currar con gripe, voy más lento porque tengo fiebre y me siento como el culo, ese día me llama al puesto y me dice que tengo que mejorar mi actitud. Vete a cagar al río. Hijadeputa.

lunes, 30 de enero de 2012

Esto lo hace cualquiera.

Y es que la peña se cree que trabajar cogiendo el teléfono lo puede hacer cualquiera. Los cojones. Hay que estar hecho de una pasta especial para aguantar gilipolleces durante seis, siete u ocho horas al día, cinco o seis días a la semana. Librando cuando a la empresa le sale del nardo. Descansando "cuando lo permite el servicio". Si eres fumador, jódete y no fumes porque no puedes salir porque hay llamadas. Y todavía te tienes que dar con un canto en los dientes porque tienes trabajo. Joder. Y tanto que tienes trabajo. La gran mayoría de los servicios están saturados (lo llaman "optimizar recursos", o sea, tú no paras y el cliente tiene que esperar en algunos casos varios minutos para ser atendido). Aguantas clientes estúpidos que no entienden que tú no tienes culpa ninguna, que a ti también te jode- y más que a ellos- la "política de empresa": si un idiota me saca el trabajo adelante, para qué coño voy a pagar a dos idiotas..... Los clientes no entienden que la empresa se lleve los servicios a Panchitolandia porque allí pagan a tres tíos con el mismo sueldo que te pagan a ti. Que bastante tienes tú con que han cambiado los criterios para pagarte incentivos- en el caso de que los tengas, claro, que esa es otra- y que este mes tampoco los vas a cobrar y te vas a quedar con los 600- 700 leuros pelaos que te pagan después de haber estado vendiendo como un descosido todo el puto mes. La gente protesta por mamonadas "oiga, que yo estoy pagando su sueldo". Pues ya te podías estirar un poco más, peazo cabrón. Que eres más agarrao que las lentejas del fondo. 
Y tus amigos que trabajan de administrativos o simplemente no tienen que atender público te dicen que al fin y al cabo tampoco será para tanto. Que coger el teléfono es fácil. Que no es un trabajo especializado. Que no puede ser tan duro. Cuando te dicen eso tú no sabes si echarte a llorar o darles de hostias directamente. Yo optaría  por las hostias, por desahogarme más que nada. Pero me quedaría rápidamente sin amigos. 

Puede que el infierno sea un call center.

viernes, 27 de enero de 2012

Bien y mal.

Llevo ya unos cuantos años trabajando/ sufriendo este nuestro mundo de los call center. Hay de tó, como en botica. Desde gente encantadora hasta hijos de la grandísima puta que matarían a su madre por quedar bien delante de su jefe, aunque éste sea un coordinadorcillo recién nombrado que ni pincha, ni corta ni ha consolidado siquiera el puesto. 
En cierta ocasión, trabajando para una empresa, decidieron enviarme cedida al servicio de atención al cliente de otra empresa cliente. Me dieron una formación de mierda de dos días (es lo habitual cuando eres un agente antiguo, te dan los papeles de la campaña y a lío) y me mandaron a las instalaciones de la empresa cliente. "No te preocupes de nada", me dijo mi supervisora en el call center "allí tienes a Fulanita, la supervisora del servicio, que es encantadora". Si, ya. Encantadora. De serpientes, no te jode. 
Cuando yo entré por la puerta y vi la cara de cabrona que tenía la tía, me dije "Ojito, Lola, que esta zorra te va a joder todo lo que pueda". Bingo. Si es que yo tengo poderes extrasensoriales. Si hubiera sido por la supervisora, yo me hubiera ido del servicio seis meses más tarde sin saber hacer la O con un canuto. Por suerte, como ya he dicho, también hay gente maravillosa. Di con varias compañeras divertidas, inteligentes y generosas, que me enseñaron todo lo que necesitaba y me solucionaron todas las dudas que tuve, porque conocían bien a la supervisora y sabían lo que había. Gracias, Miriam. Gracias Isa. Hicisteis mi paso por allí mucho más fácil y agradable. Y no sólo lo hicieron conmigo. Fue un placer trabajar con vosotras.

jueves, 26 de enero de 2012

Salir del armario

He tomado una decisión. Una decisión dura. Se me saltan las lágrimas cuando lo pienso, pero al fin y al cabo es lo mejor. Voy a salir del armario. Voy a decírselo a todo el mundo. Ya no me importa lo que piensen los demás. Lo siento por mi familia, porque se que les voy a hacer sufrir, pero he llegado a un punto en el que no hay vuelta atrás. Os quiero, pero no puedo seguir ocultándolo:
Soy teleoperadora y trabajo en un call center.