jueves, 2 de febrero de 2012

¡Qué bonito es el amorrrrrrr!

Y qué hija de puta es la gente. Hay que ver, qué ganas tiene la peña de poner la zancadilla a diestro y siniestro. Pues Señor, Señor.... que me he enterado de un chisme estupendo. Resulta que una persona, que suele ser la primera en ponerse la medalla delante de los jefes (porque yo lo valgo) ha comentado delante de los agentes de su grupo algo que estos no deberían saber. Y cuando el gran jefe ha preguntado quién ha sido el/ la bocazas que ha abierto el hocico, la tía perra ha acusado directamente a una coordinadora.... que no estaba delante para defenderse. El resto de los coordis/ super se han quedao con las patas colgando. Especialista en ponerse medallas y en tirar balones fuera. Toma ya. Las coordinadoras del servicio no la pueden ni ver, pero la tienen que aguantar por cojones. Y lo que las queda, pobreticas.
Otro chisme estupendo tiene ya algunos años de antiguedad (creo que unos dos o tres). Tenemos una supervisora tan amable, dulce y cariñosa que un agente de su servicio, el último día de contrato, le hizo un regalo, envuelto cuidadosamente en papel de regalo: una caja de All- Bran.  La cara de la colega cuando lo abrió era un poema. Por lo visto le dijo "a ver si cagas y se te pasa la mala leche" o algo parecido. Si es que hay gente que lo va pidiendo a grito pelao.
Luego está otra, que está en una línea comercial: vaya ojo que ha tenido el que la ha puesto ahí. Ojo tuerto, claro. Esta tiene sus favoritos a los que saca contínuamente de la línea para darles tareas administrativas fáciles, emisión de llamadas cuanto más mascadas mejor, etc, etc. Pero si no eres de su pandilla basurilla, la has jodido bacalao. Llama la atención a la gente por gilipolleces, no les dice nunca cuando hacen algo bien pero sí absolutamente todo lo que hacen mal, les pincha las llamadas toda la tarde hasta que les pilla en un renuncio... y dicho por ella con toda su jeta: "Hoy voy a escuchar toda la tarde a Pepita, porque estoy segura de que lo está haciendo mal y la quiero pillar". Cuando acaba el día se la oye decir "Hoy Pepita no ha hecho nada mal. Voy a escucharla mañana que seguro que mete la pata". Y claro, como la pobre Pepita no es superwoman, pues antes o después hace algo (en un caso fue dejar en la ficha de un cliente una falta de ortografía. Os lo juro) y le cae la más grande. Y Pepita se siente como una mierda pinchada en un palo. Y la reina de la pandilla está toda orgullosa de lo bien que motiva a su gente, y se va haciendo propaganda delante de todo el que la quiera escuchar. El resultado es que alguien que podría trabajar bien y llevarse buenos incentivos está al borde de la depresión, mientras que los jetas (que luego cobran una mierda de incentivos, porque en realidad no venden ni mocos) son valorados como si fueran de oro.
Lo dicho: qué bonito es el amor.

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